lunes, 31 de diciembre de 2007

Lecturas 2007

Ahí va una lista con lo leído este año, recién terminado el último. Añado una nota de valoración aproximada, que depende mucho de filias y fobias personales, de la impresión del momento, y del paso del tiempo, y que es totalmente subjetiva, así que nadie se lleve las manos a la cabeza si encuentra cosas ofensivas jejeje.


Destinos truncados, Arkadi y Boris Strugatski 8
Máscaras de matar, León Arsenal 6
Las ciudades invisibles, Italo Calvino 8
Los cristales soñadores, Theodore Sturgeon 7,5
Aprendiz de asesino, Robin Hobb 6
La diplomacia del asesino, Robin Hobb 6
Asesino real, Robin Hob 6,5
La fragilidad del asesino, Robin Hobb 6,5
La búsqueda del asesino, Robin Hobb 6
La senda del asesino, Robin Hobb 6
Narraciones, Chejov 6
El desierto de los tártaros, Dino Buzzati 9
Los tejedores de cabellos, Andreas Eschbach 8
Tiempo de odio, Andrzej Sapkowski 7
Bautismo de fuego, Andrzej Sapkowski 8
Nunca me abandones, Kazuo Ishiguro 8
La catedral del mar, Ildefonso Falcones 1
Viaje al fin de la noche, Louis-Ferdinand Céline 8
Caviar, Theodore Sturgeon 5
Las aventuras del valeroso soldado Schwejk, Jaroslav Hasek 7,5
Seda, Alessandro Baricco 5
La historia de tu vida, Ted Chiang 8
La vigilancia, Julian May 6
La revelación, Julian May 6
El metaconcierto, Julian May 6
Leyendas y romances de ciego, Bohumil Hrabal 7
El negro del Narcissus, Joseph Conrad 8
El terror, Arthur Machen 7
La torre de la golondrina, Andrzej Sapkowski 8
Si una noche de invierno un viajero, Italo Calvino 9
La fuente del unicornio, Theodore Sturgeon 8
Encomio del tirano, Giorgio Manganelli 3
En el camino, Jack Kerouac 6,5
Luces del norte, Philip Pullman 6
La daga, Philip Pullman 7
El catalejo lacado, Philip Pullman 7,5
Don de la ebriedad / Conjuros, Claudio Rodríguez 6
El hombre que pudo reinar y otros cuentos, Rudyard Kipling 6
La tierra permanece, George R. Stewart 8
El libro de los abrazos, Eduardo Galeano 5
La carretera, Cormac McCarthy 8
El hombre duplicado, José Saramago 7
El barón rampante, Italo Calvino 7
El maravilloso traje de color vainilla, Ray Bradbury 6,5
Hojas de hierba, Walt Whitman 6
Ven y enloquece y otros cuentos de marcianos, Fredric Brown 8


46 libros. En realidad deberían ser 43, pues los de Robin Hobb son tres en inglés y al publicarlos aquí los dividieron, pero bueno, cuento el libro físico, porque como hasta el título cambia...

Cumbres del año los portentos que son "El desierto de los tártaros" y "Si una noche de invierno un viajero". Junto con todos esos libros de 8 que me han proporcionado momentos increíbles. Aunque ya digo que lo de la valoración tampoco es demasiado fiable. He puesto un 6 a libros con los que me lo he pasado muy bien pero que reconozco que tampoco son la octava maravilla. Intento ser, sólo un poco ojo, lo más objetivo posible dentro de mi propio subjetivismo. ¿A que mola la contradicción? Ligera decepción con el libro de Hasek. Me esperaba más. Me ha gustado y es una gran obra, pero a nivel de cohesión falla un poco, y algunas cosas se tornan alargadas y repetitivas. Quizá esperaba tanto de él al saber que era una clara inspiración de mi adorado Hrabal que no pude evitar esa sensación.

También este año ha sido de lectura de cómics, algo que tenía muy abandonado. Han caído maravillas impresionantes como Blankets de Craig Thompson o Mis circunstancias de Trondheim. Series tan entretenidas como The Walking dead o Berserk, aunque esta última me ha terminado cansando un poco.

A ver si el próximo año más y por fin llego al objetivo de 50 lecturas anuales como poco. Lo que pasa que al final me lío siempre haciendo otras historias y no leo todo lo que quisiera. Pero bueno, tampoco me quejo.

A todos los que alguna vez leen esto feliz año y todas esas cosas que se dicen. Y que leáis mucho. Un abrazo.

jueves, 27 de diciembre de 2007

Soy leyenda

Terrible decepción la película dirigida por Francis Lawrence y protagonizada por Will Smith, basada en la novela de Matheson. No iba con demasiadas esperanzas ni con prejuicios infundados. De hecho, a poco que me muestren, las películas de futuros postapocalípticos me tienen ganado de antemano. Pero es que esta nueva versión de Soy leyenda no funciona ni como película ni como adaptación.

Como película tiene un inicio prometedor, algunas escenas de gran impacto visual y una ambientación conseguida. Will Smith está más que correcto en su papel. Pero la cosa naufraga irremediablemente en cuanto progresa la película, con un guión deslavazado que necesita recurrir a innecesarios flashbacks, unos infectados muy poco conseguidos, y un final totalmente risible, tópico y chapucero. Todo esto en cuanto a la película, porque si uno tiene en un pedestal al libro, la cosa empeora. Conociendo el gran material que tenían entre manos, la adaptación resulta pobrísima. Hasta el mismo título cobra un nuevo enfoque y no nos queda nada de la magnífica resolución final:

en la que Neville se da cuenta de que la normalidad es un concepto mayoritario, y comprende a quienes quieren matarlo, pues él es el monstruo que representa los miedos ancestrales, está ya fuera de ese nuevo mundo, es leyenda.

Si en el libro Neville era un hombre normal y corriente que intentaba averiguar las causas del vampirismo, en la película vemos transformado a Smith en un militar especialista en ingeniería genética o algo así (y los vampiros del libro transformados en mutantes que a ratos semejan a los muertos vivientes de las películas de zombies y en otros ratos a los típicos bichos de ordenador como las momias guerreras de las producciones de Sommers). Todo en uno. Y si en el libro el capítulo del perro era de los que ponían los pelos de punta, en la película es un compañero de aventuras y de charlas, si bien hay que reconocer que proporciona dos de las mejores escenas. Si en el libro se esperaba el ritual nocturno de “Neville, ¡sal Neville!” y la tortura psicológica del protagonista, en la película no existe esa tensión, y todo se reduce a los flashbacks en los que recuerda a su familia. Si en el libro el final conmovía, en la película resulta anodino y hace bueno el final de la versión protagonizada por Charlton Heston. Si el libro es una pequeña gran maravilla, portento de brevedad, concisión y emoción, la película es una medianía que se ve sin problemas, se disfruta de algunos aspectos puntuales, pero que resulta desalentadoramente pobre en cuanto a expectativas cumplidas, se olvida rápidamente, y no invita a volver a verla, sobre todo por ese bochornoso final.

Estaría bien poder criticar la película sin pensar en el libro pero se hace demasiado difícil. Y ni haciendo un ejercicio de abstracción (e intentando recordar sobre todo el “basada en” y no pensar en “adaptación de”) se puede llegar a dar una valoración a esta película más allá de un aprobado raspadillo.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Snooker

Llevo bastante tiempo enganchado a esta modalidad de billar gracias a la bendita Eurosport. Es un juego altamente adictivo, de mucha técnica y sangre fría y que, contra lo que pueda parecer en un principio, resulta también espectacular. En una gigantesca mesa de 3,5 x 1,7 metros (aproximadamente) se sitúan 15 bolas rojas, valoradas en un punto, y otras seis bolas de color: negra, rosa, azul, marrón, verde y amarilla, puntuadas en orden decreciente con siete, seis, cinco, cuatro, tres y dos puntos. El objetivo de cada juego, o frame, es conseguir más puntos que el rival. Pero no de cualquier manera. Primero se ha de meter una bola roja, y después una de color, para seguir con un roja, luego una de color, etc. Si no se mete bola el turno pasa al rival, evidentemente. Cuando ya no quedan bolas rojas, pues estas no vuelven a la mesa al ser embocadas, al contrario que las de color, se meten las de color en orden ascendente de puntos, sin volver a la mesa ya. Hay excepciones, como que se puedan meter dos rojas a la vez, las free-ball, y algunas otras, pero son reglas que se van viendo con el tiempo. Lo impactante del snooker es que lo importante no es meter la bola a la que se está tirando. Lo importante es colocar la bola blanca después de meter la bola a la que se tira, para poder meter la siguiente y conseguir colocarse con un ángulo adecuado para tirar a la tercera bola! Requiere un grado de precisión, de recursos técnicos, sobre todo en una mesa tan grande, asombrosa.

Cuando un sólo jugador consigue meter sucesivamente las 15 bolas rojas, acompañadas de bola negra (siete puntos), y luego las bolas de color, limpiando la mesa y metiendo de manera consecutiva un total de 36 bolas, se consigue la máxima puntuación, que es 147. Es algo que jugadores que llevan años en la élite han conseguido igual cinco veces. Con lo que su consecución es todo un acontecimiento y en los torneos está muy bien pagado (en algunos llegan a darse 100.000 libras o más por un 147). El vídeo del que pongo el enlace es el 147 más rápido de la historia, realizado en tan sólo 5 minutos y 20 segundos, por, cómo no, Ronnie "the rocket" O'Sullivan. Absolutamente impresionante.

Ronnie O'Sullivan 147

Casi todo el mundo que conozco que ha probado a ver snooker se ha enganchado y ha disfrutado enormemente de los campeonatos retransmitidos. De verdad merece la pena. Además a mí siempre me hace gracia ver este tipo de deportes tan "británicos". Lástima que sea una auténtica nulidad jugando al billar, demasiado impaciente e impulsivo, el taco se me va y no sé ni golpear bien a la bola, porque jugar unas partidas de snooker con unos amigos tiene que ser muy divertido (si se encontraran mesas de este tipo por aquí, claro). En fin, otra vocación perdida, qué le vamos a hacer.

Para los aficionados con solera dejo uno de los mejores momentos que he visto en cuanto a snooker se refiere. La final del master 2006 entre Ronnie O'Sullivan y John Higgins. Decimonoveno y último frame, el decisivo de una final espectacular. Ronnie gana 60-0 cuando comete un error. Higgins limpia la mesa y se proclama campeón, doble con una roja incluido. Dos de los mejores jugadores del mundo dándolo todo en una partida histórica.

Masters 2006

jueves, 29 de noviembre de 2007

Viaje a 800

Ahora mismo, la banda española en activo que más me gusta. Así, como suena. Estoy totalmente rendido a esa amalgama de rock, stoner, psicodelia... hasta doom, como en una de sus mejores canciones, la espectacular "roto blues". Me llegaron hace dos días sus dos discos, que ya había ganas de tenerlos originales, Diablo roto dë y Estampida de trombones, y están sonando en mi reproductor de manera obsesiva. Ahí van unos pocos comentarios sobre ellos.


Diablo roto dë. 2001. Primer disco, tras una maqueta y un split con Los Natas. Se abre con la inmensísima Roto blues, una maravilla espacial que asegura un alucinado viaje al oyente durante sus intensísimos 10 minutos. Hipnótica y totalmente adictiva en sus guitarras. Sigue Cardio Límite, una descarga adrenalítica stoner, como lo son en parte los cortes instrumentales Higomon 2 A e Higomon 2 B. Solo es para mí una de sus mejores canciones, de una gran belleza, y con una melodía perfectamente ajustada. En esa línea, algo más sosegadas, pero con estupendas explosiones guitarreras son Largo beso recto y Valiums. Vuelo inferno/after en Marte es una canción excesiva y psicodélica, un nuevo viaje de 10 minutos que hace de perfecto colofón al disco justo antes del cachondeo que supone Humo de mota. En conjunto un disco potentísimo, en el que se nota una producción todavía no tan trabajada, pero de un resultado sobresaliente, y con unas canciones, me repito, enormes, con unas letras extrañas y sugerentes perfectamente adecuadas a su música. La reedición que han publicado ahora trae cuatro temas nuevos: higomon, nmensa, alunizaje 666 y ossa vemoma, que han supuesto una gratísima sorpresa.


Estampida de trombones. 2007. Tras un largo parón vuelven con su segundo LP, nuevamente publicado por Alone Records, discográfica que actualmente tiene en cartel a algunos de los grupos más prometedores del panorama actual como son Orthodox, Glow, Rip KC... Creo que también van a sacar el segundo de The soulbreaker company. El disco se abre con la intensísima Los ángeles que hay en mi piel, una de las canciones del año para mí, y sigue con El amor es un perro del infierno y la instrumental Dios Astrónomo. Tras un comienzo tan potente, relajación con Ossario y vuelta a la carga con la breve descarga de , para luego crear una maravilla como es Luto, donde la música consigue recrear perfectamente unas sensaciones (y donde, al comienzo de la segunda parte de la canción, me recuerdan a Tool, sinceramente -igual que lo hacía el interludio de Ossario- por la capacidad de crear ambientes oníricos. Dicho esto como delirio de fanático de ambos grupos y desde el mayor de los respetos jejeje). Completan el disco Patio custodio, Estampida de trombones, la potente Cabezas de tungsteno, y Cáncer Bahía, otro cierre relajado de disco. En conjunto resulta un conjunto con un sonido apabullante, unas canciones compactas y que funcionan con precisión de relojero, y que, si de listas se trata, para mí está dentro de lo mejor publicado este año.

En resumen, dos discos, y un grupo, imprescindibles. No son inmediatos, y a veces puede costar entrar en su música, pero como se haga uno queda enganchado sin remedio. El lector avispado, viendo los títulos de las canciones, ya puede hacerse un poco una idea de por dónde pueden ir los tiros. Pego aquí su enlace al myspace, y una entrevista que les hicieron en la siempre interesante página mentes de ácido, donde resulta curioso ver cómo la etiqueta stoner es algo que les ha venido después:

Viaje a 800

Entrevista mentesdeacido

Por cierto, y aprovechando la entrada. Tengo ya en casa también la demo de Arenna y el disco de Positiva, anterioremente reseñados en este blog. Vuelvo a recomendarlos encarecidamente. La de Arenna es una maqueta que revela un potencial tremendo, y el de Positiva es un auténtico pepinazo, una apisonadora de rock totalmente adictiva.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

La zona, Rodrigo Plá


La Zona es una urbanización residencial cercada por un muro, vallas electrificadas y cámaras de vigilancia. En ella gente de alto nivel de vida se separa y protege de los suburbios que la rodean, en un intento de aislarse de la pobreza y la delincuencia. Una noche de tormenta tres chicos entran para robar en una casa. Matan a una anciana y dos de ellos también mueren. Pero uno de ellos escapa y queda aislado del exterior dentro de La Zona. Ante la posibilidad de perder sus privilegios los habitantes de esta urbanización deciden tapar las muertes y perseguir al prófugo por sus propios medios, engañando a la policía. Se desata entonces una caza al hombre en la que se van viendo retratadas las miserias morales de unos y otros.

Coproducción española y mexicana notable y muy interesante. No cuenta nada que no se sepa, y hay detalles de su trama demasiado previsibles o hasta tópicos. Un espectador mínimamente avispado se dará cuenta enseguida que va a encontrarse buenas dosis de pesimismo, rabia y desesperanza, y que la moraleja de la historia va a ser dura. Pero todo esto no quita para que el resultado final sea muy apreciable, con un ritmo narrativo bastante bien llevado y algunas escenas realmente conseguidas, como las de las persecuciones, la salida de las alcantarillas, el juego-caza de los chicos por el campo de golf mientras en las colinas circundantes se observan los enormes suburbios chabolistas... También en materia de personajes está bien resuelta, aunque algunos no dejen de repetir ciertos tópicos, como el del policía, pero bien interpretado y con suficientes matices para hacerlo uno de los puntos fuertes de la trama. Los habitantes de La Zona, aunque esquemáticos y arquetípicos, cumplen a la perfección su papel. Lo que flojea algo más son las conversaciones entre los chicos. Por lo demás, una de las mejores películas que he visto este año. Por tirar de una etiqueta muy manida, cine comprometido y necesario, cuyo argumento en principio parece semi ciencia-ficción (social) pero que resulta totalmente actual, ya que estas zonas cerradas ya existen en varias zonas de Latinoamérica.

Resulta curiosa comparala con una película como "El bosque", cuyas supuestas intenciones primarias son similares: el mostrarnos como la necesidad de aislamiento y protección ante un entorno violento que nos amenaza, indefensos, acaba volviéndose en contra del núcleo cerrado, provocando su deshumanización. Pero lo que en La Zona es denuncia y realismo (pero tampoco cargado de maniqueísmo, no), en "El bosque" resulta un vacío ejercicio de estilo en el que la carga moral es anecdótica (eso sí, con algunas grandes escenas, siempre defenderé la labor de Shyamalan como director). También se podría hacer mención a La jauría humana, peliculón de Arthur Penn, en la que también se desataba la caza al hombre por parte de la acomodada burguesía de una ciudad sureña en los estados unidos de los cincuenta. Desde luego las tramas son bastante distintas, pero el miedo latente a lo desconocido, y la necesidad de defenderse, pasando por encima de la ley si es necesario, son los mismos.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Lasker - Thomas (1912)

Partida histórica y absolutamente espectacular. Edward Lasker, pariente del que fuera campeón del mundo Emanuel Lasker, nos ofrece un prodigio de profundidad de visión, fantasía y atrevimiento. Tras sólo 10 movimientos, bastante razonables todos, la partida, extrañamente, está acabada. Lo que queda es un exilio forzoso del rey que se ve obligado a atravesar todo el tablero, sin opciones. La partida va así:

1. d4, f5
2. Cc3, Cf6
3. Cf3, e6
4. Ag5, Ae7
5. Axf6, Axf6
6. e4, fxe4
7. Cxe4, b6
8. Ce5, 0-0
9. Ad3, Ab7
10. Dh5, De7

Tras lo cual la configuración del tablero está así:


Quizá Thomas no se desarrolla todo lo bien que debiera, permitiendo permanecer ahí demasiado tiempo al caballo de e5, pero tampoco comete errores de bulto. Aunque, como dijo creo que Kasparov, las grandes genialidades y las partidas memorables, requieren de la colaboración de errores del contrario o de planteamientos poco acertados. Lo que sigue es capaz de volar la cabeza al aficionado al ajedrez más experimentado:

11. Dxh7+!!

Increíble sacrificio de dama que gana la partida y condena al rey a un largo periplo lleno de jaques y movimientos forzados:

11... Rxh7
12. Cxf6+, Rh6
13. Ceg4+, Rg5
14. h4+, Rf4
15. g3+, Rf3
16. Ae2+, Rg2
17. Th2+, Rg1
18. Rd2 mate

La posición final es esta:


Una pequeña (por el número de jugadas) gran maravilla, jugada en Londres en 1912. Resulta curioso observar cómo las blancas podrían dar mate una jugada antes con el movimiento 16. Rf1 o 16. 0-0, pero la verdad, esta continua red de jaques, que termina llevando al rey negro a la zona opuesta del tablero, bien merece un movimiento más. Cuando un amigo me pasó esta partida copiada en un folio que todavía conservo, la jugada de mate la había puesto como enroque largo, en vez de rey a d2. La verdad que es un remate que considero todavía más bello que el de la partida real. Y eso que los jaques a la descubierta son particularmente elegantes. Pero no sé, la idea de dar mate enrocándose me parece tan inverosímil y extraña de primeras, que hubiera sido un magnífico colofón. Lo que me lleva a la posibilidad de "mejorar" partidas tras haberse jugado. Tengo por ahí una partida guardada de Alekhine, que algún día pondré, con cinco damas sobre el tablero, que se rumoreaba pudo haber cambiado, alterándola, para crear ese final impactante. Y que es algo que debió hacer con cierta frecuencia. Ahora, con todo informatizado, parece mucho más difícil, pero en 1915...

lunes, 12 de noviembre de 2007

Viaje al fin de la noche, Louis-Ferdinand Céline

Como he hecho con El desierto de los tártaros, y a semejanza de lo visto en Fragmentos de sueños y realidades voy a ir poniendo de vez en cuando textos que me hayan resultado especialmente remarcables de algunos de los libros que he leído. Ahora le toca el turno a Viaje al fin de la noche, de Céline, libro excesivo y virulento, puede que demasiado alargado, pero realmente impactante, y con algunos fragmentos y paisajes geniales, desde los de guerra, pasando por esa especie de viaje al corazón de las tinieblas en África, la estancia en América (para mi gusto la mejor parte)... quizá es en su tramo final, en la vuelta a Francia, donde cojea algo más y el ritmo se pierde. Aún así es un libro muy destacable, de esos que se recuerdan y dejan huella. Ahí van algunos fragmentos que copié en su momento (el que me parecieran destacables a mí no quiere decir que sean de lo mejor ni especialmente profundos ni significativos, por supuesto, que uno tiene sus manías y sus debilidades y se fija más en unas cosas que en otras y, sobre todo, tiene un sentido trágico de la existencia jejeje):

"Filosofar no es sino otra forma de tener miedo y no conduce sino a simulacros cobardes."

"Pero era demasiado tarde para rehacer la juventud. ¡Ya no creía en ella! En seguida te vuelves viejo y de forma irremediable. Lo notas porque has aprendido a amar tu desgracia, a tu pesar. Es la naturaleza, que es más fuerte que tú, y se acabó. Nos ensaya en un género y ya no podemos salir de él. Yo había seguido la dirección de la inquietud. Te tomas en serio tu papel y tu destino poco a poco y luego, cuando te quieres dar cuenta, es demasiado tarde para cambiarlos. Te has vuelto inquieto y así te quedas para siempre."

"Siempre pensaba en otra cosa a la vez, en no perder tiempo ni ternura, como si quisiera guardar todo para algo, no sé qué, magnífico, sublime, pero más adelante, pero no para Molly, no para aquello. Como si la vida fuera a llevarse, a ocultarme, lo que yo quería saber de ella, de la vida en el fondo de las tinieblas, mientras perdiese tiempo abrazando a Molly, y entonces ya no fuera a quedar bastante, fuese a haber perdido todo, a fin de cuentas, por falta de fuerza, la vida fuera a haberme engañado como a todos los demás, la Vida, la auténtica querida de los hombres de verdad."

"Tal vez sea eso lo que buscamos a lo largo de la vida, nada más que eso, la mayor pena posible para llegar a ser uno mismo antes de morir."

"Son otras, las cosas, cuando las vuelves a ver; tienen, parece, más fuerza para penetrar en nuestro interior con mayor tristeza, con mayor profundidad aún, con mayor suavidad que antes, fundirse en esa especie de muerte que se forma en nosotros despacio, con delicadeza, día tras día, cobardemente, ante lo cual cada día nos acostumbramos a defendernos un poco menos que la víspera. De una vez para otra la vemos ablandarse, arrugarse en nosotros mismos, la vida, y las personas y las cosas con ella, que habíamos dejado triviales, preciosas, temibles a veces. El miedo a acabar ha marcado todo eso con sus arrugas mientras corríamos por la ciudad tras el placer o el pan.
Pronto no quedarán sino personas y cosas inofensivas, lastimosas y desarmadas en torno a nuestro pasado, tan sólo errores enmudecidos."

Un libro rabioso y controvertido, tanto como su autor, Céline, acusado de antisemita y colaboracionista con los nazis, pero a la vez altamente expresivo, poético y lleno de vida. Uno de los grandes descubrimientos de este año.

martes, 6 de noviembre de 2007

El desierto de los tártaros, Dino Buzzati

"Es él, ahora que se ha acercado se le reconoce perfectamente, y en su cara no se lee ningún especial dolor. No se ha rebelado, pues, no ha solicitado la baja, se ha tragado la injusticia sin rechistar y regresa al puesto de siempre. En el fondo de su alma hay incluso una tímida complacencia por haber evitado bruscos cambios de vida, por poder volver tal cual a sus viejos hábitos. Se hace la ilusión, Drogo, de un glorioso desquite a largo plazo, cree tener aún una inmensidad de tiempo disponible, renuncia así a la lucha mundana por la vida cotidiana. Llegará un día en que todas las cuentas se salden generosamente, piensa. Pero entre tanto los otros llegan, se disputan ávidamente el paso por estar entre los primeros, adelantan a la carrera a Drogo, sin preocuparse por él, lo dejan atrás. Él los mira desaparecer allá al fondo, perplejo, asaltado por insólitas dudas: ¿y si se hubiera equivocado realmente? ¿Si fuera un hombre normal al que por derecho le toca sólo un mediocre destino?"

Mil gracias a Jumpin, aka Señor Tascoigne, por hacer que descubriera este libro hace unos meses. Absolutamente necesario e imprescindible. Y no digo más. El desierto de los tártaros es un libro sobre el que poco puedo decir, es mejor leerlo, y sentirlo, y experimentarlo uno mismo.

miércoles, 24 de octubre de 2007

La tierra permanece, de George R. Stewart, y el post-apocalipsis

Llevaba mucho tiempo tras este libro, debido a su fama y la inclusión en tantas listas de fundamentales e imprescindibles de la ciencia-ficción. Lo busqué en la biblioteca, y siempre que iba aparecía como disponible pero nunca estaba en la estantería. Al final lo dieron por “desaparecido en combate” y me ofrecieron la posibilidad de que hiciera una solicitud para que lo compraran. Todo contento la hice y... año y medio después seguían sin noticias del él, pese a que siempre me decían que habían aprobado mi solicitud. Así que al final me lo acabé comprando hace poquito y me puse a leerlo con bastantes ganas.

El resultado ha sido muy bueno. No es la obra maestra (cuasi)definitiva que esperaba encontrar. Pero es un libro muy bueno, con un alto poder lírico y evocador, y que nos hace reflexionar y vivir como casi ningún otro libro postapocalíptico la evolución y el futuro de la raza humana, de su cultura y de su modo de vida. Porque en “La tierra permanece” no abunda la acción ni la aventura. Lo que le importa a Stewart es relatarnos la organización de los escasos supervivientes tras el ataque de ese misterioso virus que acaba con la práctica totalidad de la raza humana. Ver cómo se adaptan a la nueva situación, cómo viven de los despojos de la antigua civilización. Y cómo, a medida que los nuevos nacidos sólo conocen ese mundo en ruinas, aparece la superstición y los anteriores conocimientos se pierden irremisiblemente.

En este punto lo veo quizá algo ingenuo. Igual es cosa mía pero me parece difícil que tan de repente se ignore y pierdan tantos conocimientos, y que la gente no haga mayor esfuerzo por preservarlos, al menos los que aseguren una mejor calidad de vida. Sé que se daría esa situación de rapiña y de comodidad, pero me cuesta pensar que la gente no hiciera más esfuerzo por preservar cosas tan fundamentales como la escritura, la lectura, o el funcionamiento de determinados equipamientos. Puede que sea porque al leerlo me siento muy identificado con el personaje protagonista, Isherwood Williams, (aunque claro, qué bonito es identificarse con la autoproclamada persona más inteligente de la tribu, científico, obstinado defensor del conocimiento y soñador respecto al posible futuro), y su sentimiento de nostalgia y pérdida. Porque de encontrarme en una situación parecida, y una vez solventados los problemas inmediatos de subsistencia estoy convencido de que lamentaría la posibilidad de olvidar para el futuro muchas cosas. Tanta literatura, tanto cine y tanta música que se perderían en el limbo... sería duro.

Por otro lado el libro tiene unas interesantes reflexiones sobre la organización de la Tribu, la toma de decisiones, los peligros y las responsabilidades. Aunque en ciertos momentos se nota demasiado la mentalidad de la época y pueda chirriar un poco. Pero los párrafos en cursiva insertados en la historia general, contando la magnitud del desastre y sus consecuencias globales, están muy conseguidos, y te meten de lleno en situación. Además que todos los pensamientos de Ish resultan tan evocadores y tan cercanos que emocionan y consiguen que al final resulte un libro muy conmovedor y recomendable.

Será por deformación de tantos libros y películas pero al leerlo no podía evitar el pensar qué haría yo en esa situación, adaptándolo a mi situación actual, claro. Y al estar influenciado por esas historias, me he dado cuenta de que lo primero que pensaba hacer siempre era acumular en cantidades. Comida, utensilios, herramientas, semillas, animales, armas (yo, que no tengo ni idea de armas, pero joder, es lo que sale en toda historia postapocalíptica que se precie ¿no? La necesidad de defenderse “por si acaso”), coches, gasolina, motores, y libros, muchos libros. Aparte de intentar aprender algo sobre generadores, mantenimiento de líneas de tensión y demás. E irme a vivir al pueblo, cerca de zonas de cultivo (y no perder para el futuro las gallinas como en el libro. El Apocalipsis tiene que ser mucho peor sin huevos fritos, sin duda). Seguramente si estuviera en la situación de haber sobrevivido a ese virus o lo que fuera, me las apañaría bastante mal, pero es difícil resistirse a esta clase de juegos mentales. Lo que me costaba imaginar más es el contacto con otros supervivientes. Porque ahí a uno le entra la vena fatalista y teme que en vez de encontrarse a jóvenes y guapas mujeres deseosas de repoblar el mundo con su ayuda y levantar una nueva sociedad, se encontraría a un par de bakalas con las neuronas a bajo rendimiento, algún loco psicótico al que el desastre ha perturbado, un cura fanático, y vaya usted a saber qué más. Qué horror.

lunes, 15 de octubre de 2007

El hombre que pudo reinar


La película de John Huston ha sido siempre una de mis favoritas. La considero totalmente mágica, y en la que se cumple a la perfección la tópica frase de “más grande que la vida”. No sé cuántas veces la he vuelto a ver pero siempre me emociona igual y acabo de verla con una sensación de felicidad intensa que me recorre por dentro. Porque la película está hecha con el corazón, desde luego. Ese corazón de Huston que tanto gustaba de la aventura y los personajes perdedores. Se le podrán sacar fallos cinematográficos pero la vida propia que cobra toda la odisea de estos dos soldados que quieren convertirse en reyes los eclipsa por completo, ayudada por la excelente interpretación de esos dos monstruos que son Michael Caine y Sean Connery. Dos actores que reflejan a la perfección el espíritu de estos ex-soldados, pillos, chantajistas, ladrones, contrabandistas, impostores, que la última vez que cruzaron el paso Khyber fue avanzando metro a metro, sobre la sangre de los cadáveres, que fueron parte de los que con su esfuerzo, su sudor y su sangre contribuyeron a establecer el Imperio Británico y someter a la India y tantos otros países (como sueltan en una de sus perlas: “no somos dioses, pero somos ingleses que es casi lo mismo”).

Debido al hartazgo con un sistema al que ya no resultan útiles, para el que son unos oprobios (sic), Daniel Dravot y Peachy Carnehan deciden emprender la mayor de sus aventuras, y en el despacho del corresponsal del Northern Star, Rudyard Kipling, renuncian en su contrato a probar gota de alcohol o mujer alguna hasta haber cumplido su objetivo, ser reyes de Kafiristán. Y así empieza una gloriosa epopeya cruzando desiertos y montañas, disfrazándose y engañando, cómo no, gastando bromas a soldados, perdiendo mulas y cegándose en la nieve, hasta resolviendo problemas de matemáticas tras cruzar el Pushtukan (“el problema es cómo dividir cinco afganos entre tres mulas y que te queden dos ingleses”), y contando anécdotas de avaros soldados escoceses que les hagan reír tanto que provoquen un alud que proporcione un camino cuando temían ya afrontar la muerte por congelación. Luego en Kafiristán ayudarán a unas tribus contra otras en sus interminables luchas hasta conseguir un ejército potente y disciplinado, ser considerados dioses invulnerables, herederos directos de Alejandro Magno. Aunque a Danny se le sube a la cabeza, se mete demasiado en el papel y acaba creyéndoselo, y puede terminar conduciendo al fracaso todos sus proyectos.

Toda la película respira un aire a alta aventura increíble. Pero lo que la eleva definitivamente es la relación entre los dos protagonistas, su sentido de la amistad inquebrantable, que aún en las peores circunstancias mantienen, su resolución a aprovechar sus vidas al máximo, su ambición por ser reyes, por ser algo más, y no resignarse nunca, su buen humor, su aura de magníficos perdedores que afrontan la desgracia con una sonrisa, y que consiguen emocionar al máximo en momentos como los de la canción y el puente. Como decía, dos personajes que casan totalmente con el universo de Huston. Y una película que hace inmensamente feliz, sin más (y sin menos), al espectador.

Todo este rollo después de volver a ver la película tras haberme leído por fin el relato original de Rudyard Kipling. Y bueno, quizá porque es difícil superar la huella que dejó en mí la película, me ha decepcionado un poco. Es un relato corto que está bien, sin más, con una potente idea y que resulta ameno de leer, que sienta las bases para una historia más desarrollada como en la obra de Huston, y en la que cambia un poquito el final, el último párrafo, dándole un fino colofón al relato. Pero no llega a las mismas alturas, sólo apunta detalles. Me han sorprendido más los otros tres relatos incluidos en este El hombre que pudo reinar y otros cuentos. El primero de ellos, La historia más bella del mundo, es una interesante historia sobre el hecho de escribir, crear, robar historias, inventar, y recordar vidas pasadas, en el que cuando menos “contaminado” estás por otras ideas externas mejor te viene la inspiración. El segundo, Ellos, es una curiosa historia ligeramente desasosegante, y con una atmósfera que no hubiera imaginado a priori capaz de crear a Kipling, con unos esquivos niños pululando por una casa en el bosque. El tercero, El toro que pensaba, no es nada especial, pero tiene un algo que lo hace entrañable, sobre todo por su parte final. No ha sido una experiencia extraordinaria pero salgo relativamente contento de mí, creo, primera experiencia con Kipling. Y digo creo porque sinceramente no recuerdo si de crío me leería El libro de la selva o algún otro. Cosas de la lectura compulsiva infantil. Y de la memoria selectiva, claro.

martes, 9 de octubre de 2007

La materia oscura, de Philip Pullman

Trilogía compuesta por Luces del norte, La daga y El catalejo lacado. Ha supuesto toda una sorpresa, pese a que las recomendaciones anteriores ya me habían puesto sobre aviso. Y es que es raro encontrar fantasía de calidad de este tipo, fantasía de verdad, sin recurrir a tópicos, a mundos y razas mil veces vistas, a nuevas versiones de "El emperador de todas las cosas" (aunque en principio pueda parecerse y tener similitudes, el final deja claro que sus intenciones son bien distintas). Con todo, hay algunos momentos en los libros que se me han hecho algo más pesados, como partes de lo de los mulefa en El catalejo lacado (aún sigo sin saber cómo coño utilizan las ruedas, obtuso que es uno), o más infantiles, como en, sobre todo, Luces del norte, en el que todo lo del rey de los osos no me convenció demasiado. Porque pese a que sea una trilogía protagonizada por niños no es precisamente infantil -algo irregular en algunos momentos, eso sí- y puede ser disfrutada a todas las edades. Aunque, como me dijo el amigo que me dejó estos libros: "imagina leérselos con 14 años...". Desde luego es una edad excelente para descubrirlos, y de haberlo hecho quizá no me hubiera sumergido tan a fondo en aquella vorágine de rol, dragonlance, elfo oscuro y reinos olvidados que casi acaba conmigo jejejejeje. Y es que los temas que tratan los libros resultan excelentes para esa edad imprecisa de la adolescencia en la que uno está más perdido que un pulpo en un garaje. Aunque, repito, son perfectamente disfrutables a cualquier edad. Porque, tras un comienzo algo titubeante, el conglomerado de religión, dios, muerte, teología, filosofía, mundos paralelos, gnosticismo, metafísica, responsabilidad, madurez, consciencia, tristeza, crueldad, que plantea le reconcilian a uno con un tipo de fantasía que trata al lector de manera inteligente (y ojo, que sigo disfrutando a muerte con la otra, pero es que esto es algo totalmente diferente). Y descubrir estos temas a ciertas edades, con la sencillez que están planteados en estos libros, tiene que ser una magnífica bofetada de realismo (paradójicamente en una obra de fantasía), y una invitación al librepensamiento crítico. Desde que los terminé se han convertido en un regalo perfecto que hacer a mi sobrino cuando tenga la edad adecuada. Aunque igual sobre ciertos aspectos ya le hemos adoctrinado sin querer antes, ejem... En fin, gracias a la gente que me recomendó y/o dejó los libros, y gracias a Pullman por escribirlos, todo un descubrimiento. Por lo visto están adaptándolos al cine, y la película correspondiente a Luces del norte se estrena este diciembre. Veremos a ver, el primero quizá algo más, pero no es una trilogía fácil de adaptar, sobre todo si se quiere guardar fidelidad a los originales. Crucemos los dedos.

Por cierto, que se agradecen comentarios sobre la conveniencia o no de leer El paraíso perdido de John Milton, que Pullman cita como clara influencia de sus libros, junto a las obras de William Blake. Si alguien se lo ha leído y puede recomendarlo, o no, y comentarlo aquí un poco, me dejaría las cosas bastante más claras.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Avalon, de Mamoru Oshii

En un futuro cercano, en una sociedad gris, destruida por las guerras, la mayor y mejor forma de evasión consiste en Avalon, un juego de combate de realidad virtual. Un juego ilegal y peligroso, pues hay gente que ha quedado en estado vegetativo tras sus intentos de llegar a una fase oculta del mismo. Ash, una de las mejores guerreras, tras tropezarse con un jugador del que no encuentra datos, empieza a investigar y a adentrarse más en el misterio de Avalon.


Esta es, a grandes rasgos, la sinopsis de esta curiosa coproducción Japón-Polonia, dirigida por Mamoru Oshii en 2001. Una nueva historia de realidades virtuales, de mezcla de realidad y ficción, sí. Pero una historia original, abierta, y que descoloca bastante. Rodada en su mayoría con unos tonos ocres muy adecuados a la historia, con unos buenos efectos, y una música por momentos realmente espectacular, Avalon resulta muy sugerente. Con un ritmo pausado, en el que importa más lo atmosférico y la psicología del personaje de Ash que la acción y el efectismo, se nos van presentando algunas claves que luego puede que consigan que recompongamos el puzzle en nuestra cabeza. Un puzzle que Oshii no termina de redondear, tal vez porque al final se deja llevar algo por las ganas de epatar y sorprender, y porque algunos aspectos de la trama no están del todo bien resueltos. Aún así es una película muy notable, y que deja un regusto muy agradable, de ese sobre el que dar vueltas durante un tiempo, y la sensación de que si se vuelve a ver se captará algún detalle quizá crucial para el sentido global de la película, pues hay algunas escenas y detalles clave que se repiten de una u otra manera a lo largo de la misma.



Yo me he formado una opinión, que quizá no sea la correcta. Ni siquiera estoy seguro de que el director quiera expresamente darle un sentido único a su historia. Más bien sugerir, tratar temas metafísicos un poco de brocha gorda (aunque no por ello menos interesantes), y mostrarnos una sociedad futurista y una ambientación que a cualquier amante de la cf -y de los videojuegos bélicos de acción en primera persona- enganchará sin remedio. Y con una factura visual impresionante.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

The Walking Dead

Traducido aquí por Los muertos vivientes. Aunque no es lo más original así se titula la serie de cómics escrita por Robert Kirkman y que nos sitúa en un mundo apocalíptico dominado por los zombis. El objetivo es mostrarnos la evolución y vida de unos personajes bajo esta situación a lo largo de una etapa larga de sus vidas, pues como el mismo Kirkman dice, en las películas se presentan siempre lapsos de tiempo cortos. Así, sin un final ni objetivo claro, la historia va avanzando a modo de serial, coronado normalmente cada capítulo por cliffhangers bestiales que te mantienen en vilo hasta el siguiente número. Yo tuve suerte y me leí los primeros 37 números del tirón, en día y medio, pero seguir esta serie mes a mes tiene que ser lo más parecido a sufrir un mono terrible. Porque el truco funciona, y uno se engancha terriblemente a las aventuras del grupo de personajes que conforman The walking dead, y por los que Kirkman no parece sentir demasiado cariño, tales son los trances por los que les obliga a pasar.

Y es que uno de los grandes aciertos de Los muertos vivientes es el tratamiento de personajes, su trasfondo psicológico y la tensión a la que están sometidos. Como leí en un foro que frecuento, cuando salen los zombis es casi cuando menos agobio se siente, lo realmente impactante son las relaciones entre los personajes, el agobio que sienten, la locura incipiente en algunos casos, la violencia, la ira, la ansiedad, llegando a momentos epatantes, como el final del número 41, que he leído hoy, gracias a la santa mula. Ciertamente tiene altibajos, y, al carecer de un final predeterminado y un rumbo fijo, la trama puede resentirse a veces, y dar la impresión de que pueda decaer en un futuro. Pero hasta ahora el ritmo es envidiable, y el tratamiento de la acción y de los personajes, sobresaliente.

En inglés sale un número cada mes, pero aquí se pueden disfrutar de tomos de seis números a 7,5 eurillos. El problema es que aquí se llegan por el quinto tomo, 30 números en USA. Y allí acaban de publicar el número 42. Con lo que estoy disfrutándolos me planteo seriamente la compra, realmente merece la pena, y no es nada caro. De temas de dibujo no controlo demasiado pero en vez de a color, está realizado en una escala de grises bastante resultona, que seguramente otorgue más contraste y violencia a algunas escenas. Y nada más, sólo agradecer a Knut (siempre Él, jejeje) este nuevo descubrimiento, y recomendárselo a todo el mundo al que le apetezca disfrutar de un poco de entretenimiento de calidad. Ahí va un enlace a la wikipedia con algún dato más por si interesa:

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Buenas noches Rose


Cuánto tiempo ha pasado desde aquel verano de ¿1995? ¿96? en que vi a Buenas noches Rose en directo en las fiestas de Peñafiel. Sin conocerles de nada. Y descubrí un grupo con unas cuantas canciones de lo más curioso, un rock nada típico para lo que era habitual en la escena nacional. Y un cantante carismático y bastante colgao (no en vano se llamaba Jordi Skywalker), que era capaz de estar cinco minutos dejando que su saliva resbalara lentamente hacia su mano para luego enseñársela al público en medio de una sonrisa totalmente fuera de este mundo. Y así descubrí el primer disco de este grupo, titulado también Buenas noches Rose. Un disco primerizo, con un estilo que había que pulir, pero que apuntaba muy alto y que en directo ganaba mucho. Con temazos como "Flor de espinas" (para mí el mejor del disco), "La leyenda del lobo cantor", "Tiempo perdido", "Del mismo modo", "Diez palabras de amor"... Si algo define a este disco, al margen de calidades musicales y análisis sesudos es Disfrutable. Además apunta a un rock clásico setentero, con cierto aire a lo Led Zeppelin, con abundancia de riffs bastante movidos. Quizá es parte de esa nostalgia de lo vivido con 16 años, pero siempre que escucho este disco me pongo de buen rollo y acabo cantando las canciones como entonces. Algo que hizo que, tras aquella primera experiencia repitiera en directo viéndolos en la Subterfugio y, más adelante, en la Plaza Mayor durante las fiestas de Valladolid (qué cabreo pensar en que en tiempos se veían estos conciertos durante las fiestas, y no los monocordes éxitos de radiofórmula junto con viejas glorias de ahora).

Y en 1997 sacaron su segundo lp, "La danza de araña". 1997, el año chungo, como indican en el cuidadísimo libreto interior, que me compré en una feria del disco en la nave de Paquexpres, en Renfe, ese mismo invierno. Diez años ya. Diez años de uno de los, para mí, mejores discos nacionales. Y otro nuevo concierto que disfrutamos como enanos en el Polideportivo Pisuerga (¿o era el de Huerta del Rey?). Pero qué pedazo disco señores. A pesar de mantener una línea de riffs contundentes la música evoluciona y podemos ver algunas canciones largas más pausadas y épicas, con un aire más blues, que a mí me hacen pensar en Neil Young. Y unas letras bastante más maduras, en las que, seguramente producto del éxito, predomina el tema drogas ya sea de una manera explícita o velada. Pero si algo define a Buenas noches Rose es que sus letras son buenas, no sonrojantes como muchas en el panorama nacional. En ningún momento recurren al cliché fácil y, sobre todo en este segundo disco, resultan poéticas. Cómo no estremecerse antes canciones como Rosa I, Marrón, Rosa II, Dulce Rocanrrol... o vibrar ante las guitarras desaforadas de Madre, Hombre de Arena... Y así hasta completar 11 canciones inmensas (precedidas de un divertido Blues de la Piscina antes de la primera canción). Un disco absolutamente espectacular.

Luego llegaría el "desastre". En 1998 Jordi Skywalker deja el grupo y se va a una especie de comuna hippy y nada más se sabe de él. La banda sigue y en 1999 sacan "La estación seca", su tercer lp, en el que canta Alfa, uno de los guitarras. Pero la pérdida de una voz tan característica como la de Jordi afecta mucho y, contando que algunas de las composiciones son peores, resulta un disco algo mediocre. Ni siquiera las colaboraciones de Rosendo o Ariel Rot levantan el resultado final y la producción no llega a ser tan buena como en "La danza de araña". Aún así tiene buenos momentos, y temas como "La estación seca" no tienen nada que envidiar a los mejores de los anteriores discos. Pero este sería el fin y el grupo se disolvería. Algunos volverían con otros proyectos pero ni de lejos llegan al mismo nivel. Lo que fue Buenas noches Rose estaba muerto ya.

Diez años del año chungo. Qué bajón. Me hace acordarme de la canción "Time" de Pink Floyd. En fin, sirvan estas líneas como recuerdo agradecido a este grupo. Y un abrazo fuerte a todos los colegas con los que he disfrutado su música, ya sea en directo o en disco, en casa, en la carretera, o en aquellas noches de piso llenas de alcohol y humo intoxicante...

jueves, 13 de septiembre de 2007

Positiva, Centaur's Ride

Vuelvo al ataque de las recomendaciones musicales con el pelotazo que supone este "Centaur's ride", debut de la banda bilbaína Positiva. Entre sus influencias citan a Grand Funk Railroad, Led Zeppelin, Screaming Trees, Captain Beyond... Desde luego ante estos nombres la predisposición es bastante buena (justo ahora estoy enganchado también al disco rojo de Grand Funk, que se me había resistido - el conseguirlo - durante bastante tiempo. Y tengo que decir que es uno de los mejores discos de los 70. Una brutalidad). Y el resultado es inmejorable. Para mí, uno de los discos del año, y lo digo totalmente en serio. En su myspace podéis escuchar tres de sus temas que representan bastante bien su sonido: Sea of mud, Mushroom Grave y Never turn you back (del que tienen colgado un enlace a un video en Youtube).


Pero aparte tienen canciones de la entidad de Rock 'n' roll troopers, un hit perfecto. La instrumental y alucinante Zopilote. O Hi-Lo Charge, un tema largo tremendo. El disco se completa con Feel the evolution y Centaur's ride. Mucho más no puedo decir, me cuesta hablar extensamente sobre música, aparte de los típicos adjetivos de admiración rendida. Así que simplemente recomendarlo para todos los amantes del hard rock setentero.

Por otro lado, recién acabados los exámenes y con fiestas de la ciudad, no queda si no salir a morir e incendiar la ciudad. La consigna: "dormir es de débiles". Salud.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Una jugada eterna

Debido a los exámenes de septiembre y mi total y entusiasta dedicación a los mismos no tenía pensado actualizar entrada. Pero al final me he acordado y me he animado a poner esta sobre ajedrez en la que poder disfrutar de una inmortal jugada dada en partida real. Animo al que le apetezca perder un poco de tiempo a estudiar un poco el tablero antes de leer el texto. Ciertamente las negras -a las que les toca mover- tienen una pieza de más y no les debería resultar difícil obtener la victoria. Pero el movimiento que sobreviene, digno de una clarividencia exquisita, de una fantasía desbordante, y de un espíritu creador sin igual, es algo que descoloca y asombra como pocos hacen, y que provocó el inmediato abandono del rival. Y es que no es una jugada elaborada para un estudio en el que se busca el impacto estético. No, se dio en partida real, y por eso resulta, como dice el encabezamiento, eterna (¿quién, con los apuros del tiempo y pensando en la victoria se detiene en crear algo así en vez de realizar una combinación bien meditada que le asegure ganar? Un genio).


Poco más que añadir a la excelente crónica que acompaña a la partida, que revive el espíritu romántico del ajedrez de antaño. Ciertamente ahora todo está mucho más calculado, a veces resulta más frío y matemático, los jugadores tienen analistas que les ayudan, potentes programas de ordenador con los que preparar sus aperturas (en ocasiones se juegan partidas que hasta el movimiento 20 son idénticas a otras disputadas algún año antes, y sólo a partir de entonces se introducen nuevas variantes, con mucho trabajo de preparación detrás). Por eso recuperar de vez en cuando partidas de principios de siglo XX o finales del XIX resulta necesario. Y es que el impacto que produce la jugada 23 de las negras es algo difícil de olvidar para el que guste de este gran deporte. Perdura en la memoria.

jueves, 30 de agosto de 2007

Últimas lecturas: Kerouac, Manganelli y Prado

La lectura de “En el camino”, de Jack Kerouac, me ha durado unos dos meses. No porque se me haya hecho largo y pesado si no porque hay algo en ese libro que te induce a cogerlo a ratos, y luego darle descanso mientras lees otros. No sé, no es de los típicos que apetece leerte del tirón en cuatro días. El libro está bien, aunque quizá me esperaba algo más. En cualquier caso no deja de ser interesante el estilo de Kerouac, ese bop, que si uno se para a pensarlo sí consigue emparentarlo con el jazz. Frases cortas, ritmo acelerado, para luego estallar en largos párrafos mucho más líricos. Además del estilo de vida desenfrenado de sus protagonistas. No me extraña que se haya convertido en un libro de culto para determinados movimientos aunque, como suele pasar, muchas veces la fama y el culto están por encima de los méritos propios, como es este caso. Y me ha gustado, ya digo, pero creo que le falta un trecho para llegar a ser una gran novela, es más un curioso exponente de una época y de un estilo. En todo caso tiene grandes momentos, en los que consigue transmitir bien la forma de vida de esos personajes desarraigados, la constante búsqueda, y la constante pérdida, además del retrato de esos Estados Unidos tan alejados del estereotipo de la época (finales de los 40, principios de los 50). Y, bueno, a nivel personal me ha resultado interesante reconocer en la obra a tipos como Ginsberg y Burroughs, que me impresionó bastante cuando leí “Yonqui”.

Por otro lado, en mi ardua, y seguramente estéril, carrera al elitismo pedante, de vez en cuando debo coger uno de esos libros que sólo por el título ya parezcan sumamente intelectuales. Esta vez le tocó el turno a “Encomio del tirano. Escrito con la única finalidad de hacer dinero”, de Giorgio Manganelli, y la hostia no ha podido ser más grande. Decepción absoluta. El año pasado me leí de Manganelli “La ciénaga definitiva”, que me pareció denso y difícil pero que me resultó interesante por la idea que planteaba de la persona que huye, sin saberse los motivos, a una ciénaga, especie de metáfora del subconsciente, y cuya descripción ocupa todo el libro. Tenía, como en este de ahora, un lenguaje bastante barroco, descripciones muy alambicadas, pero bueno, mereció la pena. Pero en “Encomio del tirano”, que se plantea como un juego metaliterario entre el Bufón, el propio escritor, y el Tirano, inicialmente el editor al que va dirigido el libro, pero que luego deriva en imagen del propio lector, de todos los lectores, para hacer una reflexión sobre la creación literaria, todo resulta enormemente vacío. Larguísimas frases, descripciones rebuscadas, estilo pedante y onanístico... pese a que en principio la idea me parecía curiosa, al final muy poco es lo que se puede salvar de este libro. Naturalmente puede ser culpa mía, que no esté preparado para una obra así, ciertamente Manganelli escribe bien y se le nota un gran dominio lingüístico. Pero no sé, para juegos metaliterarios me quedo con el maravilloso “Si una noche de invierno un viajero”, de Calvino, que leí este verano también y que recomiendo a todo aquel que, conociéndome, coincida más o menos con mis gustos.

También me he leído el cómic “Trazo de tiza”, de Miguelanxo Prado. Soberbio, de una sensibilidad y sutileza exquisitas, en el que las menciones a Borges y Bioy Casares (y a "La invención de Morel" directamente) no son en absoluto gratuitas. Un grandísimo descubrimiento que agradecer, nuevamente, a Knut, que ya hablaba de “Trazo de tiza” en este enlace:

http://espiraltangencia.blogspot.com/2007/08/trazo-de-tiza.html

lunes, 27 de agosto de 2007

El rey del juego, de Norman Jewison

El otro día, de nuevo gracias a Santa TCM, volví a ver "El rey del juego" (The Cincinnati Kid, 1965). Y no me extrañaría que fueran ya más de diez veces. Aparte de lo mucho que la repiten es una película que me engancha siempre. No es el clásico definitivo, ni una de las 10 películas imprescincibles que todo cinéfilo debería haber visto y todo eso pero desde luego es muy grande.


Nos encontramos en la Nueva Orleans de los años 30, los de la gran depresión, y Eric Stoner, el Kid de Cincinnati (Steve McQueen) es un experto jugador de poker que se mueve en los bajos fondos, ganando pero jugándose demasiado el tipo ante timadores y mafiosillos. Todo parece cambiar con la llegada a la ciudad de Lancey Howard (Edward G. Robinson) el mejor jugador de la historia, el Rey. El enfrentamiento entre ambos será inevitable. Pero Slade (Rip Torn), un hombre rico furioso por haber sido humillado en la mesa de juego por Howard quiere vengarse y utilizar al Genio (Karl Malden) para que reparta las cartas y haga trampas en su contra en la partida, beneficiando al Kid, que, a su vez, obsesionado con ganar a Howard, con convertirse en el rey del juego, mantiene una relación inestable con Christian (Tuesday Weld), y sufre el acoso de Melba (Ann-Margret), mujer de turbio pasado y esposa del Genio, su amigo. El enfrentamiento supone todo un acontecimiento, y todo el tenso ambiente de espera desemboca en la partida, que ocupa toda la segunda parte del metraje, y donde se dirimirá quién es el rey del juego.

La película empezó a ser dirigida por Sam Peckinpah, pero fue despedido y su puesto lo ocupó Norman Jewison. A pesar del excelente resultado final no se puede evitar preguntarse qué habría sucedido de mantenerse el director original. Aún así uno cree reconocer en el ambiente sórdido de la clandestinidad y en algunas escenas como la pelea de gallos el estilo Peckinpah. "El rey del juego" no es una película de acción. Se centra sobre todo en los personajes, en su psicología y motivaciones, realizando un retrato perfecto de sus miserias. El Kid como el jugador compulsivo y ambicioso, que en lo único que piensa es en ser el mejor. La pareja formada por Melba, artera y tramposa, y el Genio, un hombre débil que intenta retenerla como puede. Slade, el rico-mafioso ambicioso y sin escrúpulos que quiere devolverle la derrota a Howard (le dice al Genio: "no es por su clase de dinero, es por mi clase de dinero. Quiero verle humillado"). O un Howard como jugador veterano, frío y cínico, que se dedica a soltar miradas (enorme Edward G. Robinson) y frases lapidarias toda la película.


El reparto es estupendo y funciona a la perfección. Además de una excelente galería de secundarios que termina de dar color a todo ese submundo clandestino que nos muestra la película. Ese ambiente, y las partidas maratonianas ("La partida más larga que jugué fue en la primera travesía del ..........., todo el viaje jugando, ¡seis días!", dice Howard) le llevan a uno a recordar películas similares en cierta manera, como puede ser "El buscavidas" de Robert Rossen, con sus intensas y largas partidas de billar entre Eddie Felson y el Gordo de Minnesota. Me gusta especialmente la sensación que queda tras acabarla, con las dos escenas finales (la última, que por lo visto se añadió al poco de estrenarla por presión de los productores, me parece bastante ambigua) y que, tras leerlo el año pasado, me hacen recordar al final de "El jugador" de Dostoievski. No tanto porque se parezcan si no por el carácter del personaje y su posible futuro (nótese cómo me las he arreglado para, hábil y sutilmente, meter una cita pedante y elitista en este comentario para así darle más relumbrón. Y es que un nombre ruso siempre queda bien y da apariencia de cultura).

Aparte de todo esto reconozco que a mí me encanta esta película porque desde pequeño Steve McQueen fue una especie de héroe infantil cinematográfico. Y yo no quería ser ni Bogart, ni Wayne, ni Heston, ¡ni siquiera Eastwood!, ni cualquier otro posible héroe que a uno se le pueda ocurrir, antiguo o moderno. No, yo quería ser como Steve McQueen. Quería ser un pistolero justiciero en "Los siete magníficos"; un soldado heroico y conflictivo en "Comando"; un policía de vuelta de todo, persiguiendo malos con mi coche por las calles de San Francisco en "Bullitt" (al ritmo de la música de Lalo Schifrin, claro); un preso indomable que se escapara siempre como en "Papillon"; quería despistar a los alemanes y saltar las alambradas con mi motocicleta en "La gran evasión"; ser un pistolero vengativo en "Nevada Smith"; quería escapar a México en "La huida"; etc. Luego uno crece y leyendo biografías comprueba que sus héroes quizá no sean tales y que McQueen era una personalidad muy conflictiva y difícil, de la que mucha gente no guarda demasiado buen recuerdo. Pero bueno, como diría Joaquín Luqui con la música: "siempre nos quedarán las películas".

miércoles, 22 de agosto de 2007

Sueños

No conseguía ayer dormir y me puse a desvariar un poco sobre los sueños. La verdad es que me encantan, me abandono y me entrego a ellos con alegría. Los disfruto tanto mientras estoy dormido, sí, lo juro, como cuando me despierto y los recuerdo. Los disfruto pese a que me hayan hecho pasarlo mal. No sé, los considero parte de mí y de mis vivencias en cierta manera. Durante mucho tiempo estuve considerando la idea de irlos anotando para no olvidarlos y porque luego sería curioso leerlos, sobre todo cuando se te repiten sueños de hace años (increíble la sensación de estar dentro del sueño y de repente pensar: "¡coooño! Esto es igual que cuando era más pequeño y soñaba que..."), lo que pasa que al final por pereza o lo que sea, siempre acabo dejándolo pasar. Además resulta curioso cómo se mezclan las distintas influencias de lugares visitados, personas conocidas, películas vistas, libros leídos, etc, todo de una manera confusa y surrealista. Tampoco es que mis sueños sean el colmo de la originalidad ni la paranoia más absoluta, no, pero me resultan curiosos. Ahí va uno de este verano:

Todo comienza con una persecución, típico. Estoy afuera de un edificio grande, parece una inmensa catedral moderna, pero por dentro es como un centro comercial. Voy persiguiendo al tipo a través de grandes espacios abiertos y pasillos, hasta llegar a una especie de torre cuadrada con grandes escaleras de madera. De repente, y no sé por qué, las escaleras hacen un extraño y se pliegan, quedándose rectas, como planos oscilantes, y se caen. Así, mientras estoy tumbado encima de lo que antes eran unas escaleras, veo como se me echa encima una grandísima plancha. Miro al lado y veo que cerca está otra persona, que no sé si era al que perseguía o uno que me ayudaba en la persecución. También le va a caer encima la plancha y va a morir (He de decir que creo que esto viene directamente influenciado por un relato que me impresionó de pequeño. Uno de Sherlock Holmes en el que encierran a uno en una prensa y el tío piensa cómo afrontar la inevitable muerte, si de espaldas para no ver venir la prensa, pero sintiendo cómo cruje su espina dorsal, o de cara, probablemente más rápido, pero más duro por verlo venir).

La siguiente imagen es de mí frente a esa persona (sigo sin saber si era al que perseguía o un amigo), que me mira con un más que evidente desprecio. Yo no lo entiendo, no sé qué pasa. Me lo explica. La plancha destrozó mi cuerpo, pero mi mente, mi alma, mi personalidad o lo que se le quiera llamar, sobrevivió, y como no quería morir, pues elegí que me implantaran todo un cuerpo nuevo para mi mente (cómo pude decidir eso y no acordarme son misterios del sueño). Eso es lo que le hace mirarme con desprecio, el no haber sabido afrontar la muerte y haberme agarrado a la vida a toda costa, buscando un cuerpo nuevo, que le parece de lo más denigrante. Yo ya estoy alucinando pero ahí no acaba la cosa. Resulta que la plancha, al otro (igual debería decir el Otro jejeje) le hizo lo contrario, le destruyó el cerebro, lo que era como persona, pero le dejó el cuerpo intacto. Así que se instaló otra mente y a vivir. Eso por lo visto era mucho menos despreciable que mi opción, no estaba mal visto por la sociedad, lo importante era conservar el cuerpo, no la mente. El cuerpo era la esencia de la persona. Además, a pesar de en realidad ser otra persona, él me juzga como si me conociera, y a mí no me parece un extraño, pues reconozco su cara.

Lo siguiente es cuando me hablan sobre mi nuevo cuerpo, artificial. Para mantenerlo con vida me enseñan que tengo una batería negra, que por dentro está vacía. La abren y dentro meten una especie de insecto que se mueve a toda hostia, sin parar, y cierran (un insecto que estaba relacionado con no sé qué mono de la jungla, dato absurdo pero que me daban en el sueño). El incesante movimiento de ese insecto dentro de la batería será lo que proporcione vida a mi cuerpo artificial. Yo me acojono. ¿Cómo va a depender mi vida de la de un insecto? ¿Cuánto va a durar mi vida? No saben decirme nada, sólo que mucho, que bastante, pero nunca cifras definitivas. Así que me dedico a buscar pilas (de esas del mp3) para acoplarlas a la batería por si falla o se acaba y poder seguir viviendo. Pero casi no hay, toda la gente utiliza ahora las baterías esas con el insecto. Así que consigo muy pocas, pero las acoplo a la batería y las llevo siempre conmigo.

Después, recuerdo estar en una habitación, con unos cuantos amigos, y estar buscando desesperadamente mis pilas. Me las han escondido y no las encuentro. Les suplico que me digan dónde están pero no dicen nada. Al final las encuentro encima de una estantería y, con un inmenso suspiro de alivio, las vuelvo a acoplar. Un amigo me mira con cara de pena, y me dice algo parecido a "qué bajo has caído, dependiendo de eso". Y yo le gritó, nervioso: "¡joder, es mi vida! ¡quieres que la deje al azar! ¡cómo voy a seguir adelante sin saber cuándo se me puede acabar la batería!". Y, que yo sepa, ese era el final. Al poco me desperté. Pero, en la lenta toma de conciencia que suelo tener, recuerdo pensar, todavía más dormido que despierto, algo como, uf, estoy bien, no dependo de pilas, tengo mi cuerpo intacto, menos mal, ha sido un sueño.

lunes, 20 de agosto de 2007

La fuente del unicornio, de Theodore Sturgeon


Este año me ha dado fuerte por Sturgeon. Tenía ganas de leer más suyo tras la experiencia que supuso la lectura de Más que humano hace unos años. Y así, tras la agradabilísima sorpresa de Los cristales soñadores, un cuento lleno de lirismo, y la decepción de Caviar (en el que esperaba encontrar una especie de recopilación definitiva pero que, dejando aparte las bondades del estilo de Sturgeon, no deja de ser muy regular) le ha tocado el turno a La fuente del unicornio, que aglutina relatos de diversas temáticas pero que conforma un conjunto de notable entidad.

Quizá el que menos me ha gustado sea el que da título al libro, cuento fantástico y onírico pero que me dejó algo frío. "Sexo opuesto", "Fluffy" y "Compañero de celda" son interesantes por una u otra razón pero se quedan en anecdóticos frente a los platos fuertes del libro. Entre ellos encontramos relatos de terror como "El osito de felpa del profesor", "Las manos de Bianca"(altamente perturbador y desasosegante) o "Una manera de pensar" (que tras acabarlo deja un mal rollo considerable). "No era sicigia" es un peculiar cuento sobre realidad, imaginación y engaño. "La música" es una curiosa miniatura de dos páginas con cierto toque de sadismo y mala leche. "Cicatrices" es una auténtica joya en la que no hay elementos fantásticos en absoluto pero en la que la sensibilidad humanista de Sturgeon desborda al lector. Hay también dos relatos de ciencia-ficción adelantados a su tiempo como "Un plato de soledad" y "El mundo perdido". Y está el que para mí ha sido el mejor de esta antología: "¡Muere, maestro, muere!" en el que un asesino desquiciado nos cuenta en primera persona sus diversos intentos para matar al líder de la banda en la que toca, alma de la música que le atormenta, y sus sucesivos fracasos hasta el impactante desenlace final.

Todo ello marcado por el peculiar estilo del escritor, al que siempre emparento con Simak y Bradbury (que, por cierto, prologa el libro). Un estilo cercano, onírico y evocador. Conciso también, sus cuentos no se alargan innecesariamente y nos presenta a sus personajes en cuatro pinceladas bien definidas. Ahora, a conseguir Las estrellas son la estigia y Regreso para continuar con la fiebre Sturgeon.

jueves, 16 de agosto de 2007

Arenna


Potentísima la maqueta que se han sacado de la manga los vitorianos Arenna, que han colgado para su libre descarga y difusión en su myspace:

http://www.myspace.com/arennarock

Especialmente recomendado para amantes del stoner y los riffs contundentes. Me gustaría verlos en directo porque tienen pinta de poder ser demoledores. Además el cantante tiene una gran voz, que en ocasiones me recuerda al Layne Staley más desatado.

La verdad es que últimamente estoy "descubriendo" un poco la escena nacional y hay auténticos grupazos, y promesas de lo más interesante: Arenna, Positiva (discazo el de estos bilbaínos, que gustará a todos los amantes del hard rock setentero), The soulbreaker company, Glow, Orthodox, Viaje a 800, Elevi, etc. Espero ir dedicándoles algo de espacio, porque se lo merecen.

lunes, 13 de agosto de 2007

Kasparián y la belleza

De vez en cuando voy a poner alguno de los estudios y de las partidas de ajedrez que tengo guardadas de la sección diaria de El País, originalmente llevada por el ya retirado del mundo del ajedrez Lincoln R. Maiztegui Casas y ahora por Leontxo García. No soy un buen jugador, demasiado poco paciente y tendente a la dispersión como para analizar seriamente el juego y preparar el desarrollo más allá de un par de ideas generales, pero me encanta reproducir las partidas que vienen en el periódico, asombrarme con los detalles técnicos, con movimientos geniales, con los derroches de fantasía de algunos jugadores y con la belleza asociada a algunas posiciones, comparable para mí tanto a la que puede producir la música como las matemáticas (sé que puede parecer raro comparar estas cosas pero a mí me cuadra, sinceramente). El estudio de 1935 realizado por Kasparián que cuelgo hoy es una buena muestra del nivel de exquisitez que se puede alcanzar en el ajedrez. No tengo guardada la fecha de publicación, calculo que aparecería en El País allá por el 2002, más o menos. Espero que lo disfrutéis tanto como yo.


Edito la entrada por un imperdonable error ya subsanado en el que daba por definitivamente retirado a Lincoln R Maiztegui Casas. Corregido y agradecido por su infinita amabilidad.

miércoles, 8 de agosto de 2007

La colina, de Sidney Lumet


Gracias a TCM últimamente he podido volver a ver varias veces La Colina, peliculón de Sidney Lumet. Cada vez que la veo me gusta más y le saco más jugo. Poco a poco se ha ido aupando hasta mi lista (extensa) de películas favoritas.

La trama es sencilla: una cárcel para soldados británicos enclavada en el desierto, durante la Segunda Guerra Mundial. Allí, además de la dureza de sus sargentos, la estrella en cuanto a castigos se refiere es la colina, un amontonamiento de arena por el que los prisioneros tienen que subir y bajar con todo su equipo a cuestas. Los personajes funcionan en cuanto a arquetipos: el personaje de Sean Connery, el antiguo oficial degradado con ideales; el joven débil que caerá pasto del odio de uno de los carceleros; el soldado negro, víctima de un racismo brutal; el oportunista y pelota, siempre sacando beneficio e intentando escaquearse; el sargento violento e irascible, con un incipiente alcoholismo; el comandante putero que en su ausencia no se entera de lo que pasa en su propia cárcel; el médico negligente; etc, al igual que la cárcel funciona como microcosmos y trasunto de la propia realidad.

En el fondo los acontecimientos son en parte previsibles pero es que destaca la forma que tiene Lumet de narrarlos, de manera que sintamos el calor y el agobio del desierto y de los paseos por la colina. La fotografía en blanco y negro, los movimientos circulares de cámara, los primeros planos, los contrapicados... todo contribuye a acrecentar la sensación de opresión (y cabreo) que se siente a medida que progresa la historia. La narración es seca, cortante, sin concesiones, igual que las rígidas ordenanzas militares por las que todo se rige en esa cárcel. En ese sentido uno de los momentos estrella es el del pseudomotín, espléndidamente rodado.

La película funciona muy bien a nivel psicológico, donde todos los personajes quedan retratados, en especial los carceleros, gente cobarde y violenta, con una serie de complejos e incapacidades que han superado a base de disciplina férrea y crueldad máxima (esas ordenanzas nombradas con fervor religioso, esa gorra calada hasta los ojos, esas copas de alcohol hasta caerse al suelo, esas camisas almidonadas...).

Espléndido y durísimo drama carcelario, antimilitarista hasta la médula, y que recomiendo no perderse. No deja buen cuerpo pero merece la pena, sin duda. Muy grande.

martes, 7 de agosto de 2007

Hola

Bueno, pues al final yo también he caído. No me pude resistir. Necesitaba una terapia y un baño de ego y la solución ha sido crear un blog en el que vomitar todas mis inconsciencias y mis absurdeces. Así que ahora, sujeto como siempre a mi temperamento veleta, a mi pereza y a mi inconstancia, pues iré actualizando de vez en cuando con cosillas sobre, normalmente, libros, discos y películas y quizá a veces algún otro tema que me toque de cerca o sobre el que me apetezca pontificar.

Como este va a ser un blog eminentemente pedante y elitista (jejeje) comienzo con una cita del prólogo que Joseph Conrad escribió para su libro "El negro del Narcissus", reciente y gran descubrimiento, y en el que expresa su visión sobre el arte y la literatura:

...el artista apela a aquella parte de nuestro ser que no depende del saber; a aquello que poseemos como don y no como adquisición, y que está dotado, en consecuencia, de mayor permanencia. Apela al genio, a nuestra capacidad de deleite y asombro, al halo de misterio que rodea nuestras vidas, a nuestra capacidad de sentir compasión, de apreciar la belleza y experimentar dolor; al latente sentimiento de hermandad con toda la creación y a la sutil pero invencible convicción de que hay una solidaridad que entrelaza las soledades de innumerables corazones: la solidaridad en los sueños, en los goces, en los pesares, en las aspiraciones, en las ilusiones, en las esperanzas, en los temores, que une a todos los hombres entre sí, que une a toda la humanidad, a los muertos con los vivos y a los vivos con los que están por nacer.

Y también otra de Theodore Sturgeon en "Los cristales soñadores":

Su criterio, en todo, era la humanidad, y las resonancias humanas. Vivía con libros que llevaban a otros libros, un arte que lo llevaba a la conjetura, una música que lo llevaba a mundos más allá del mundo.

Y nada más. Ya nos iremos leyendo. Un abrazo.