Excelente antología que reúne lo mejor de entre la extensa producción de relatos de Silverberg durante sus primeros veinte años de carrera como escritor. Realmente merece la fama que tiene y es una pena que sea tan difícil de encontrar y que no la hayan reeditado. En ella podemos encontrar diez cuentos cuidadosamente escogidos y que explican por sí mismos el estilo y la evolución del autor.
- Hacia el anochecer. Excelente historia postapocalíptica en la que un sorprendentemente joven Silverberg trata sin concesiones ni tabúes el tema del canibalismo. Crudo, seco y directo.
- El hombre cálido. Interesante relato sobre empatía, comunidades cerradas y frustraciones, muy poco cf en un principio, salvo por un curioso giro final.
- Para ver al hombre invisible. Excelente relato inspirado en una frase del relato de Borges “La lotería de Babilonia” (“Cómo todos los hombres de Babilonia he sido procónsul; como todos, esclavo; ... Durante un año de la luna he sido declarado invisible; gritaba y no me respondían; robaba el pan y no me decapitaban.”) en el que se introduce en el caso de una persona condenada a invisibilidad por ley. Todo el mundo debe ignorarle y tiene prohibido ayudarle o hablarle. Y así, durante un año, vaga como un espectro en libertad, explorándose a sí mismo en busca de la redención. Una de las joyas del libro.
- El sexto palacio. Es la historia más “clásica” en cierto sentido, pues incluye robots, tesoros, aventureros espaciales, enigmas... Aunque, como el mismo autor indica, contiene ciertas resonancias zen que lo hacen interesante. Aún así, frente a los demás relatos se encuentra algo por debajo.
- Moscas. Otra muestra del interés de Silverberg por la empatía, la culpabilidad y la tortura existencial. Además se empieza a apreciar cierta experimentalidad a la hora de narrar.
- La estación de Hawksbill. Uno de sus cuentos más famosos y que más ganas tenía de leer. La verdad es que la premisa de partida es de lo más atractiva. Los presos políticos, agitadores, disidentes, son enviados a una estación situada en el Cámbrico, hace millones de años, cuando la tierra era seca y la única vida se podía encontrar en los mares, sin posibilidad de salvación. Silverberg aprovecha para explorar la adaptación, y la psicosis, de esos presos en tan extraordinaria situación. Por lo visto luego adaptó el relato a la forma de novela, que quizá dé más detalles de ese mundo futuro tan intransigente con toda forma de disidencia política. El relato es bastante bueno, desde luego.
- Pasajeros. Otra de las cumbres de esta antología. Un breve relato en el que Silverberg se luce mostrando la confusión y desesperanza de una situación en la que en cualquier momento uno puede ser “poseído” y dejar de controlar libremente sus actos.
- Alas nocturnas. Uno de los más famosos del autor pero que deja con las ganas de leerse las dos continuaciones (que conforman el libro “Alas nocturnas”). Aún así presenta una situación de lo más atractiva, con una tierra venida a menos y de vuelta al pasado, una posible invasión, y una organización social, y racial, bastante curiosa. En medio, un típico personaje Silverberg que busca dar sentido a su existencia, tanto pasada como presente.
- Danza al sol. Espléndido relato, en el que lo experimental de los cambios de voz narrativa no hacen sino mejorar el resultado final. Un hombre, incapaz de olvidar el genocidio cometido sobre su pueblo, empieza a interesarse por la especie que está ayudando a eliminar, preparando un planeta para la llegada de colonos. El asunto le obsesiona hasta tal punto de alterar su sentido de la percepción de la realidad. Muy bueno.
- Buenas noticias del Vaticano. Relato humorístico que tiene como centro la elección del primer Papa robot. Como curiosidad no está mal pero es quizá el más flojo de todo el libro.
- Hacia el anochecer. Excelente historia postapocalíptica en la que un sorprendentemente joven Silverberg trata sin concesiones ni tabúes el tema del canibalismo. Crudo, seco y directo.
- El hombre cálido. Interesante relato sobre empatía, comunidades cerradas y frustraciones, muy poco cf en un principio, salvo por un curioso giro final.
- Para ver al hombre invisible. Excelente relato inspirado en una frase del relato de Borges “La lotería de Babilonia” (“Cómo todos los hombres de Babilonia he sido procónsul; como todos, esclavo; ... Durante un año de la luna he sido declarado invisible; gritaba y no me respondían; robaba el pan y no me decapitaban.”) en el que se introduce en el caso de una persona condenada a invisibilidad por ley. Todo el mundo debe ignorarle y tiene prohibido ayudarle o hablarle. Y así, durante un año, vaga como un espectro en libertad, explorándose a sí mismo en busca de la redención. Una de las joyas del libro.
- El sexto palacio. Es la historia más “clásica” en cierto sentido, pues incluye robots, tesoros, aventureros espaciales, enigmas... Aunque, como el mismo autor indica, contiene ciertas resonancias zen que lo hacen interesante. Aún así, frente a los demás relatos se encuentra algo por debajo.
- Moscas. Otra muestra del interés de Silverberg por la empatía, la culpabilidad y la tortura existencial. Además se empieza a apreciar cierta experimentalidad a la hora de narrar.
- La estación de Hawksbill. Uno de sus cuentos más famosos y que más ganas tenía de leer. La verdad es que la premisa de partida es de lo más atractiva. Los presos políticos, agitadores, disidentes, son enviados a una estación situada en el Cámbrico, hace millones de años, cuando la tierra era seca y la única vida se podía encontrar en los mares, sin posibilidad de salvación. Silverberg aprovecha para explorar la adaptación, y la psicosis, de esos presos en tan extraordinaria situación. Por lo visto luego adaptó el relato a la forma de novela, que quizá dé más detalles de ese mundo futuro tan intransigente con toda forma de disidencia política. El relato es bastante bueno, desde luego.
- Pasajeros. Otra de las cumbres de esta antología. Un breve relato en el que Silverberg se luce mostrando la confusión y desesperanza de una situación en la que en cualquier momento uno puede ser “poseído” y dejar de controlar libremente sus actos.
- Alas nocturnas. Uno de los más famosos del autor pero que deja con las ganas de leerse las dos continuaciones (que conforman el libro “Alas nocturnas”). Aún así presenta una situación de lo más atractiva, con una tierra venida a menos y de vuelta al pasado, una posible invasión, y una organización social, y racial, bastante curiosa. En medio, un típico personaje Silverberg que busca dar sentido a su existencia, tanto pasada como presente.
- Danza al sol. Espléndido relato, en el que lo experimental de los cambios de voz narrativa no hacen sino mejorar el resultado final. Un hombre, incapaz de olvidar el genocidio cometido sobre su pueblo, empieza a interesarse por la especie que está ayudando a eliminar, preparando un planeta para la llegada de colonos. El asunto le obsesiona hasta tal punto de alterar su sentido de la percepción de la realidad. Muy bueno.
- Buenas noticias del Vaticano. Relato humorístico que tiene como centro la elección del primer Papa robot. Como curiosidad no está mal pero es quizá el más flojo de todo el libro.
En conjunto es, ya digo, una recopilación de altísimo nivel, con unos cuentos formidables, en los que siempre podemos percibir los temas que preocupan a Silverberg en cuanto a psicología de personajes, confusión, desarraigo, redención, culpabilidad... que ya encontraba presente en las otras dos novelas suyas que he leído: la magistral “Muero por dentro” y la muy interesante “El hombre en el laberinto”. Todo narrado con un estilo crudo en ocasiones, sin recursos estilísticos sobrecargados, pero con cierta experimentalidad a la hora de plantear la narración, la estructura del relato, o las voces narrativas. En definitiva, muy recomendable.