viernes, 21 de noviembre de 2008

Lo mejor de Silverberg


Excelente antología que reúne lo mejor de entre la extensa producción de relatos de Silverberg durante sus primeros veinte años de carrera como escritor. Realmente merece la fama que tiene y es una pena que sea tan difícil de encontrar y que no la hayan reeditado. En ella podemos encontrar diez cuentos cuidadosamente escogidos y que explican por sí mismos el estilo y la evolución del autor.

- Hacia el anochecer. Excelente historia postapocalíptica en la que un sorprendentemente joven Silverberg trata sin concesiones ni tabúes el tema del canibalismo. Crudo, seco y directo.

- El hombre cálido. Interesante relato sobre empatía, comunidades cerradas y frustraciones, muy poco cf en un principio, salvo por un curioso giro final.

- Para ver al hombre invisible. Excelente relato inspirado en una frase del relato de Borges “La lotería de Babilonia” (“Cómo todos los hombres de Babilonia he sido procónsul; como todos, esclavo; ... Durante un año de la luna he sido declarado invisible; gritaba y no me respondían; robaba el pan y no me decapitaban.”) en el que se introduce en el caso de una persona condenada a invisibilidad por ley. Todo el mundo debe ignorarle y tiene prohibido ayudarle o hablarle. Y así, durante un año, vaga como un espectro en libertad, explorándose a sí mismo en busca de la redención. Una de las joyas del libro.

- El sexto palacio. Es la historia más “clásica” en cierto sentido, pues incluye robots, tesoros, aventureros espaciales, enigmas... Aunque, como el mismo autor indica, contiene ciertas resonancias zen que lo hacen interesante. Aún así, frente a los demás relatos se encuentra algo por debajo.

- Moscas. Otra muestra del interés de Silverberg por la empatía, la culpabilidad y la tortura existencial. Además se empieza a apreciar cierta experimentalidad a la hora de narrar.

- La estación de Hawksbill. Uno de sus cuentos más famosos y que más ganas tenía de leer. La verdad es que la premisa de partida es de lo más atractiva. Los presos políticos, agitadores, disidentes, son enviados a una estación situada en el Cámbrico, hace millones de años, cuando la tierra era seca y la única vida se podía encontrar en los mares, sin posibilidad de salvación. Silverberg aprovecha para explorar la adaptación, y la psicosis, de esos presos en tan extraordinaria situación. Por lo visto luego adaptó el relato a la forma de novela, que quizá dé más detalles de ese mundo futuro tan intransigente con toda forma de disidencia política. El relato es bastante bueno, desde luego.

- Pasajeros. Otra de las cumbres de esta antología. Un breve relato en el que Silverberg se luce mostrando la confusión y desesperanza de una situación en la que en cualquier momento uno puede ser “poseído” y dejar de controlar libremente sus actos.

- Alas nocturnas. Uno de los más famosos del autor pero que deja con las ganas de leerse las dos continuaciones (que conforman el libro “Alas nocturnas”). Aún así presenta una situación de lo más atractiva, con una tierra venida a menos y de vuelta al pasado, una posible invasión, y una organización social, y racial, bastante curiosa. En medio, un típico personaje Silverberg que busca dar sentido a su existencia, tanto pasada como presente.

- Danza al sol. Espléndido relato, en el que lo experimental de los cambios de voz narrativa no hacen sino mejorar el resultado final. Un hombre, incapaz de olvidar el genocidio cometido sobre su pueblo, empieza a interesarse por la especie que está ayudando a eliminar, preparando un planeta para la llegada de colonos. El asunto le obsesiona hasta tal punto de alterar su sentido de la percepción de la realidad. Muy bueno.

- Buenas noticias del Vaticano. Relato humorístico que tiene como centro la elección del primer Papa robot. Como curiosidad no está mal pero es quizá el más flojo de todo el libro.

En conjunto es, ya digo, una recopilación de altísimo nivel, con unos cuentos formidables, en los que siempre podemos percibir los temas que preocupan a Silverberg en cuanto a psicología de personajes, confusión, desarraigo, redención, culpabilidad... que ya encontraba presente en las otras dos novelas suyas que he leído: la magistral “Muero por dentro” y la muy interesante “El hombre en el laberinto”. Todo narrado con un estilo crudo en ocasiones, sin recursos estilísticos sobrecargados, pero con cierta experimentalidad a la hora de plantear la narración, la estructura del relato, o las voces narrativas. En definitiva, muy recomendable.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Regreso

Pues sí, he vuelto. O eso espero, al menos. He tenido una época bastante (más de lo normal) dispersa y en la que me costaba muchísimo enfrentarme al teclado. Hasta para participar y comentar en los blogs ajenos, me suponía muchísimo esfuerzo, no sé por qué. El caso es que creo que necesitaba esta temporada de alejamiento internetil, en la que me he dedicado a trabajar, estar parado, disfrutar de mi nueva vida en soledad (los detalles mejor me los ahorro, que son demasiado lamentables) y, cómo no, desgraciar de fiesta.

Ahora espero centrarme por fin, sentar la cabeza y cuidarme, aunque sea un poco, aprovechar el interesante curso que empiezo mañana, estudiar todo lo que no he estudiado en los últimos años, aprovechar los puntuales curros de días sueltos que me puedan surgir... en fin, por pedir que no quede, lo mismo hasta me echo novia, quién sabe. El caso es que si me centro demasiado quizá vuelva a dejar desatendido este espacio, así que no sé yo si debería ser tan responsable. La verdad es que, aunque apático y alejado de esto, se sigue recordando con cariño, pues realmente me ha servido en todo este tiempo (en agosto hizo un año que lo abrí) para comunicarme con gente a la que aprecio, para aprender, para escribir un poquito mejor y para, claro, alimentar algo mi ego, que le gusta que le traten bien. Por todo ello debo dar gracias a todos aquellos más o menos habituales de por aquí y a todos los que hayan entrado de manera puntual. En serio, de verdad que se agradece.

Ahora espero encontrar temas que tratar. Tengo unos cuantos medio pensados de todo este periodo de silencio, pero no sé cuál me motivará a escribir. Quería hacerlo sobre "yo serví al rey de inglaterra", la película de Jiri Menzel basada en la obra de Hrabal. También sobre alguna película que vi en la seminci este año, como "la balada de narayama", de Shohei Imamura. O poner alguna partida o jugada mítica de ajedrez (sí amigos, el arduo camino al elitismo que me separe del vulgar populacho no debe ser detenido). O sobre alguno de los libros que he leído, que en estos meses han sido menos de los que me gustaría. La agradable sorpresa de "juventud sin dios" de Odon von Horvath, la semidecepción con "campo de concentración" de Thomas Disch, la maravilla que supone "bartleby el escribiente" de Melville, la frescura de la ironía y la mala leche de Vonnegut en "Cuna de gato", etc. O sobre el impresionante concierto de Porcupine Tree que vi hace unas semanas, demoledor.

También me gustaría resaltar dos cosas relacionadas con los blogs que suelo frecuentar. Una es la increíble entrada sobre ateísmo trascendental publicada por el incansable y hostigador knut hace un tiempo, completada por una magnífica sucesión de comentarios. Otra es el blog grupal sobre noticias escritas en clave de ciencia-ficción, extraños días distribuidos, que ha auspiciado noalaignorancia, un tipo que desde luego se mantiene despierto y activo y del que nuevamente digo que me suscita a la vez envidia y admiración.

Y para finalizar, y darle un poquillo de empaque a esta colección de divagaciones, me gustaría poner un texto que me encantó cuando se lo leí a Calvino en "si una noche de invierno un viajero". Me parece que representa muy bien lo que sentiría o querría hacer en el caso de lanzarme alguna vez a escribir algo:

"¡Qué bien escribiría si no existiera! ¡Si entre la hoja en blanco y la ebullición de palabras e historias que toman forma y se desvanecen sin que nadie las escriba no se metiera en medio ese incómodo diafragma que es mi persona! El estilo, el gusto, la filosofía personal, la subjetividad, la formación cultural, la experiencia vivida, la psicología, el talento, los trucos del oficio: todos los elementos que hacen que lo que escribo sea reconocible como mío, me parecen una jaula que limita mis posibilidades. Si fuera sólo una mano, una mano trunca que empuña una pluma y escribe... ¿Quién movería esa mano? ¿La anónima multitud? ¿El espíritu de los tiempos? ¿El inconsciente colectivo? No lo sé. No es para ser el portavoz de algo definible por lo que quisiera anularme a mí mismo. Sólo para transmitir lo escribible que espera ser escrito, lo narrable que nadie cuenta."

Y nada más. Muchas gracias de nuevo a todos por estar ahí. Nos leemos.