El pasado viernes 18 de enero murió Bobby Fischer, quizá el ajedrecista más famoso de la historia. La verdad es que me ha impresionado el despliegue informativo que se ha hecho al respecto, casi me ha dado por reconciliarme con el mundo del periodismo. Casi. Si hubiera sido igual de genial pero no hubiera sido tan excéntrico, ni hubiera jugado la inmortal final contra Spassky como un acto más de la guerra fría y el pulso a todos los niveles que mantenían EEUU y la URSS, ni hubiera roto el embargo con Yugoslavia, etc, no le hubieran dedicado ni una sola línea. O si no ¿cuántas noticias sobre ajedrez desde los duelos Kárpov-Kaspárov y los primeros de este último contra Deep Blue se recuerdan en los telediarios? Nada, sequía absoluta. Pero bueno, congratulémonos con que por lo menos por una vez se le ha prestado la atención debida.
La verdad es que la noticia me dejó triste un rato. Es algo curioso, tampoco tenía una importancia capital en mi vida, pero desde pequeño era una figura que había oído nombrar a menudo, y que me acompañó cuando leía sobre su vida y reproducía las partidas que jugó en el libro que nos regaló a mi hermano y a mí un primo nuestro. Partidas que reproducía cuando todavía ni siquiera era capaz de apreciar muchos de los movimientos y detalles tácticos. Pero no sé, esas cosas hacen que te quedes ligado a ese nombre, a esa figura con aire legendario, que era ya un mito incluso antes de morir, ha sido alguien que en cierta manera también te ha acompañado en tu aprendizaje y en tu crecimiento, pese a que hacía muchísimo que no leía nada sobre él ni jugaba sus partidas, pues he tenido fases de alejamiento total del ajedrez.
En fin, sirvan estas líneas como recuerdo. Y qué mejor homenaje que el que le brindaba Leontxo García en la columna del sábado de El País. Una estupenda partida, con un movimiento de otra galaxia que es el que sigue a la posición del diagrama, y que reproduzco luego en grande.
17... Ae6!!
Y esto lo hizo con 13 años. Abrumador en su genialidad.
Descanse en paz.
3 comentarios:
Sabía que ibas a dedicarle unas líneas a Bobby.
A mí, que no soy un amante -como vos- del ajedrez, también me sorprendió un montón la gran repercusión en los periódicos y canales de noticias de todo el mundo que tuvo su muerte. Pero, coincido totalmente en el hecho de que, de no haber tenido su vida las particularidades que remarcas, la noticia casi que hubiese pasado desapercibida, quizá perdida en alguna columna menor.
En fin. Una gran pérdida. Que descanse en paz. Para los que seguimos aquí, siempre quedará el placer de deleitarse una y otra vez con sus proezas.
Excelente entrada, iarsang. Confieso que me he enterado de su muerte leyendo tu escrito. la mejor forma, creo.
Saludos.
Llosef
Yo reconozco que no tengo ni repajolera idea de ajedrez. Pero me ha llamado la atención éste tipo, más como persona fuera de lo normal, que como ajedrecista.
Hoy mismo viene en la revista de domingo de El País un artículo muy majo sobre el tal Bobby Fisher. Todo un personaje al parecer lleno de obsesiones. Está muy interesante, aunque tal vez peca un poco de sensacionalista con ese "Los últimos días de Bobby Fisher".
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