jueves, 31 de julio de 2008

Faemino y Cansado

Llevo mucho tiempo sin escribir nada, aún teniendo en mente alguna cosa, pero me faltaban tiempo y ganas para ponerme a ello. Se nota que el volver a trabajar me ha quitado parte de mi normalmente extensísimo tiempo de ocio, procrastinación y tocada de huevos en general. De lo que deduzco dos cosas, que no por ya sabidas dejan de ser menos ciertas:

a) soy un vago
b) no he nacido para trabajar

En fin, para que no se diga voy a lanzarme a comentar algo que lleva todo el mes rondándome. Y no es otra cosa que dedicar una entrada a Faemino y Cansado, los para mí mejores humoristas nacionales, no ya actuales, si no de la Historia (así, con Mayúscula). Y es que volví a verlos actuar en vivo el pasado 4 de julio, cuando trajeron a Valladolid su espectáculo. Los había visto hace 14 años, en plena fiebre de la reposición de su mítico programa “El orgullo del tercer mundo”, y guardaba recuerdos imborrables. No sabía si ahora me reiría tanto, si habrían perdido, si me desilusionaría... Pero qué va, la hora y media que nos ofrecieron fue antológica y ha dado, y dará, para grandes risas y recuerdos con los amigos. Una hora y media en la que básicamente repiten el mismo formato de siempre, con la misma introducción, mismo tipo de sketches, el qué va de Kierkegaard, el chiste sin gracia de arroyito y pozolón... pero que sigue haciendo que te partas de la risa. A veces son carcajadas espontáneas, a veces risas continuadas, a veces sonrisas esbozadas y miradas de incredulidad entre los amigos ante la gloriosa ida de pinza que se están montando. Muchas veces parece que están improvisando, que se les acaban de ocurrir las cosas, cuando en realidad son números que llevan mucha preparación detrás. Y es que es lo que tiene el humor absurdo y surrealista que ellos hacen, necesita una cuidada planificación, aunque a veces se nota que uno se desvía o se olvida de algo y saben corregirlo con gran maestría, la que les da tantos años sobre los escenarios. Y desbarran sobre cualquier tema, con una manera de hacer humor que contada a terceras personas no tiene mucha gracia pero que viéndoselo hacer a ellos es espectacular. Además de que es algo que me ha pasado con pocos humoristas, el que algo que te gustaba con 11-14 años, te siga haciendo tanta gracia, o más, muchos años después. Eso quiere decir algo, y sin duda bueno, sobre Faemino y Cansado.

Ahora mismo tampoco se me ocurre mucho más qué decir. Salvo que verles en directo, ahora mismo, es una de esas pequeñas grandes cosas que consiguen hacerle a uno completamente feliz.

Y que es una gozada poder decir en vivo, alto y claro, aquello de “¡qué va, qué va, qué va, yo leo a Kierkegaard!”.

Ahí van unos youtubes de regalo que he hecho en una búsqueda rápida:

Introducción




El arzobispo de España




Inserso Segovia




Tímido en el psiquiatra