miércoles, 8 de agosto de 2007

La colina, de Sidney Lumet


Gracias a TCM últimamente he podido volver a ver varias veces La Colina, peliculón de Sidney Lumet. Cada vez que la veo me gusta más y le saco más jugo. Poco a poco se ha ido aupando hasta mi lista (extensa) de películas favoritas.

La trama es sencilla: una cárcel para soldados británicos enclavada en el desierto, durante la Segunda Guerra Mundial. Allí, además de la dureza de sus sargentos, la estrella en cuanto a castigos se refiere es la colina, un amontonamiento de arena por el que los prisioneros tienen que subir y bajar con todo su equipo a cuestas. Los personajes funcionan en cuanto a arquetipos: el personaje de Sean Connery, el antiguo oficial degradado con ideales; el joven débil que caerá pasto del odio de uno de los carceleros; el soldado negro, víctima de un racismo brutal; el oportunista y pelota, siempre sacando beneficio e intentando escaquearse; el sargento violento e irascible, con un incipiente alcoholismo; el comandante putero que en su ausencia no se entera de lo que pasa en su propia cárcel; el médico negligente; etc, al igual que la cárcel funciona como microcosmos y trasunto de la propia realidad.

En el fondo los acontecimientos son en parte previsibles pero es que destaca la forma que tiene Lumet de narrarlos, de manera que sintamos el calor y el agobio del desierto y de los paseos por la colina. La fotografía en blanco y negro, los movimientos circulares de cámara, los primeros planos, los contrapicados... todo contribuye a acrecentar la sensación de opresión (y cabreo) que se siente a medida que progresa la historia. La narración es seca, cortante, sin concesiones, igual que las rígidas ordenanzas militares por las que todo se rige en esa cárcel. En ese sentido uno de los momentos estrella es el del pseudomotín, espléndidamente rodado.

La película funciona muy bien a nivel psicológico, donde todos los personajes quedan retratados, en especial los carceleros, gente cobarde y violenta, con una serie de complejos e incapacidades que han superado a base de disciplina férrea y crueldad máxima (esas ordenanzas nombradas con fervor religioso, esa gorra calada hasta los ojos, esas copas de alcohol hasta caerse al suelo, esas camisas almidonadas...).

Espléndido y durísimo drama carcelario, antimilitarista hasta la médula, y que recomiendo no perderse. No deja buen cuerpo pero merece la pena, sin duda. Muy grande.

6 comentarios:

Unknown dijo...

A ver si la pillo un día en TCM. He mirado un poco qué cosas ha hecho el hombre este (francamente, ni me sonaba... es lo que tiene la incultura)y veo que es el director de Asesinato en el Orient Express, 12 hombres sin piedad (juraría que las he visto y me gustaron xD) y Serpico (que me suena muchísimo).

Tyla dijo...

Mira que a mí las de soldaditos normalmente me tiran para atrás (aunque luego disfrute con puntualmente con cosas como "Windtalkers", ejem!).

Pero oye, si tan bien dices que está, igual me hago con ella. Además, el Lumet de los 70 es toda una garantía.

Peter Sinclair dijo...

Argh, ¡"Windtalkers"! ¡El horror!
En esta no se dispara un solo tiro así que no es típica bélica, lo que pasa que al ser militares pues le añade un punto más a la película.


Serpico es aquella de Pacino policía que delataba a sus compañeros corruptos, creo, que también protagonizó Tarde de perros, una peculiar cinta sobre un atraco frustrado. Aparte de Asesinato y 12 hombres, recuerdo "La trampa de la muerte", con Michael Caine y Christopher Reeve, como curiosa. Creo que no he visto más suyo, a ver si un día me hago con la de Network.

Ah, y ya que ha salido el tema, no perderse la versión española de 12 hombres sin piedad con Sancho "curro jiménez" Gracia en el papel de jurado pasota sólo preocupado por sus entradas para el fútbol jejeje.

Tyla dijo...

Hombreeeeee!! Esa versión la tengo yo grabada en vídeo como oro en paño: Sancho Gracia, Jesús Puente, José Bódalo... Eso sí, en honor a la verdad, el que hace el papel que interpretaba Fonda en la versión americana es un pedazo de actor de los que ya no quedan: el gran José María Rodero.

Anónimo dijo...

Excelente película, sí señor. Comparto todo lo que comentas: en pocas pelis se ha retratado así el desierto y la arena ("Beau Geste" de Wellman o "Sáhara" de Zoltan Korda podrían ser otras dos), y cierto que es un trasunto brutal de la vida cotidiana. Ese repugnante sargento podría ser el mierda de mi jefe, por ejemplo, sólo que mi jefe es más cabrón.

Pues eso, tremenda película. Si vale de algo, yo también la recomiendo...

Llosef

Anónimo dijo...

Hmmm. La verdad que no la he visto, aunque ahora trataré de encontrarla por ahí. Es cierto que el Lumet de la década del setenta (aunque me parece que esta peli en concreto es un poquitín anterior) estaba inspiradísimo. Aunque dudo que haya superado lo hecho en "Doce hombres sin piedad".